English version below.
Apenas llegada la pandemia a Uruguay Milongas extremas –una de mis bandas uruguayas preferidas- sacó su canción “Cuidame” de su nuevo disco “El Mismo Cielo”. Parecía un guiño de los cielos y quizás lo fue, en este año en el que este blog volvía a su misión original de conectar tierras, lugares y personas. Y en un momento en el que el cuidado y la conexión humana se volvieron tan importantes, aunque encontrar la manera no siempre fue fácil.
Hace tiempo en que quiero escribir muchas cosas, pero las palabras se me van, no me llegan, y cuando llegan se transformaron, necesitaron tiempo para madurar, y al final del camino cambié de opinión, o me di cuenta que no estaba tan segura de lo que pensaba. ¿Quién no cambió de opinión en este año en el que se edificaron y derrumbaron tantas certezas? Y si hacer “un viaje” te da vuelta las ideas, viajar en medio de una pandemia ni te digo.
Pero hay cosas que permanecen, ideas que se me reforzaron en medio de tanto revuelo. La principal: tenemos que cuidarnos más. Incluso en aquellos espacios que se sacan el cartel de ayudar a los demás, a veces se falla en lo más esencial. En tratar a las personas como personas y en no quemar a quienes se ponen la camiseta. En velar los unos por los otros. En alejarse de la superioridad moral y simplemente estar ahí. En tratar a todas las vidas como igualmente dignas, y reconocer cuando esto no pasa. Pero también en cuidarnos a nosotros mismos. Y no hablo de rutinas de cremas sino en saber cuándo parar, cuando y donde buscar ayuda, alejándonos de la tentación de autosuficiencia.
Confieso una cosa, no compro la idea de que el 2020 fue el peor año de todos. Sí, en lo personal tuve suerte, se me dieron cosas, pero también perdí otras, toqué fondo, la empatía me partió al medio. Pero creo que como humanidad necesitábamos el sacudón, darnos cuenta que las estructuras del mundo dejan a tantos de lado. Necesitábamos la pausa, replantearnos cosas, reconfigurarnos. Y sinceramente no quiero patear al 2020 el 31 de diciembre y rezar para que todo vuelva a la normalidad. La normalidad era parte del problema.
En medio de todo a veces me vuelvo cínica, desconfiada, impaciente, escéptica. Cuando veo como personas que tienen todo para mejorar la vida de los demás dan solo migajas. Cuando las personas deportivamente anteponen su egoísmo a las necesidades de los demás. Cuando escucho demasiadas frases hechas con poco compromiso, esperanza de soluciones mágicas sin voluntad de hacer algo. Podría seguir infinito hasta convertirme en una nube negra. Pero aunque creo que un poco de cinismo y escepticismo hacen bien y nos sacan del conformismo del “esto siempre se hizo así” ante todo elijo quedarme con el cuidado y el amor.
Quien dice que el amor es (solo) un sentimiento quizás le faltó querer un poco más. El amor es compromiso, dedicación y se expresa y manifiesta mejor con obras y presencia. El amor es jugársela y que la vida y las luchas de los demás no te resulten indiferentes. Es saberse parte de una comunidad y por lo tanto salir del “esto no me afecta”, “no es mi problema”. En este mundo interrelacionado es posible que lo sea y que no te estés dando cuenta.
Y quizás allí esté mi esperanza. En encontrarme, vaya a donde vaya con un amor que se refleja en los gestos más puros de cuidado. En encontrarme, siempre encontrarme con personas a las que la injusticia les parte el alma, que desde su lugar buscan aportar algo, aunque no les toque ver el resultado. Personas que no compran recetas fáciles y que están ahí de la manera que pueden, sin sentimentalismos. Personas que abrazan el enojo y lo canalizan para transformarlo en cambio. Que antes de la queja fácil y caprichosa piensan en qué pueden hacer para cambiar lo que les molesta.
Si algo le agradezco a este 2020 es que me hizo más vulnerable, y a muchos a mi alrededor también. Pero de diferentes maneras. Porque en medio de la angustia colectiva está cada quien en su viaje personal y nadie sabe por qué está pasando la otra persona. Y en medio de tanto no quedó otra que escucharnos, y valorar. Porque entre estos “tiempos raros” ¿A quién no le cambió el día algo tan simple como un mensaje y una invitación a dar una vuelta?
Quizás esta Navidad sea una invitación a volver a lo esencial sin mucha vuelta. Como la primera Navidad de todas.
As soon as the pandemic hit Uruguay Milongas Extremas – one of my favorite Uruguayan bands – released a song called “Cuidame” (“Take care of me”) from its new album “El Mismo Cielo” (“The same sky”). It seemed like a wink from the skies and maybe it was, in this year where this blog came to its original mission of connecting lands, places and people, and in a moment where care and human connection became so important, even though finding the way was not always easy.
Since a while ago I’ve been wanting to write a lot of things, but words come and go, and when I finally find them, they are transformed, they needed time, and at the end of the road I changed my mind, or I realized I wasn’t so sure after all. But all in all, who didn’t change her mind in this year where so many certainties came and collapsed so fast? And if making a journey turns your world upside down, making a journey in the middle of a worldwide pandemic takes things to a different level.
But there are things that remain, ideas that have strengthened in me amongst such turbulence. The main one: we need to take better care of each other. Even in those spaces that pride themselves in helping others, sometimes we fail in that which is most essential. In treating people as people and don’t “burn” those who are constantly taking one for the team. In looking out for one another, separating from moral superiority and simply being there. In treating all lives as if they genuinely hold equal dignity and recognizing when this does not happen. But also in taking care of ourselves. And I’m not talking about facemask routines but in knowing when to stop, when and where to seek help, avoiding the temptation of self-sufficiency.
I confess one thing, I do not buy the idea that 2020 was the worst year ever. Yes, at a personal level I had luck, things happened for me, but I also lost others, hit rock bottom, empathy tore me in half. But I believe that as humanity we needed to be shaken, and to realize that the structures of the world leave so many people behind. We needed a pause to think things over and reconfigure. And sincerely I don’t want to give 2020 the middle finger on December 31th and pray so that everything goes back to normal. Normal was part of the problem.
In the midst of it all I sometimes become cynical, wary, impatient, and skeptical. Especially when I see that people who have everything to improve the lives of others give only crumbs. Or when people make selfishness their paradigm and never consider other’s needs. Or when I hear many cliché phrases with little compromise, magical hopes for a better future without any will of actually doing something. I could go on and on until becoming a black cloud. But deep down, though I believe a bit of cynicism and skepticism are good for us and take us from the conformism of “this was always done this way”, above everything I choose to stay with care and love.
He who says that love is (only) a feeling may need to love a little bit more. Love is commitment, dedication and is expressed best in deeds and presence. Love often leads us to leaving comfort and not being indifferent to others’ lives and struggles. It is recognizing that we are part of a community and therefore leaving attitudes of “this doesn’t affect me” and “not my problem”. In this interrelated world it is possible that it does involve you and you are just not aware of it.
And maybe there lies my sense of hope. In encountering, wherever I go, with a love reflected in the simplest acts of care. In always finding people who are brokenhearted by the world’s injustices, and who – from their particular place- want to add something, though they may not see the result. People who don’t buy easy recipes and who are there from the place where they can be, without exaggerated sentimentality or false compassion. People who embrace anger and channel it to create change. Who before easy complaints think of what they can do to change that what bothers them.
If there is something I am thankful for in this 2020 is that it made me and many around me more vulnerable. But in different ways. Because in the middle of collective angst each and every one has their personal journey and no one knows exactly what the other is going through. In the midst of it all sometimes the only resort we have is listening and appreciating. Because in these “strange days”, whose day didn’t improve with something as simple as a message or an invitation to hang out?
Maybe this Christmas, is an invitation to simplify and return to the essential. Like the very first one.
Mismo Cielo 
Un comentario en “Cuidame (take care of me)”